Soy
un pobre kelatzara, estoy cansado de trabajar y de pasar hambre.
Apenas tengo ganado y la cosecha de este año ha sido muy mala. Mi
familia, si no hago algo, este invierno pasará mucha necesidad.
Aber
y yo hemos convencido a tres miembros más de nuestro clan. Nos vamos
de Kelatza. Nos alistaremos en las tropas auxiliares íberas, que
luchan junto a los romanos, nos darán una moneda de oro a cada uno,
así nuestras familias podrán comprar para pasar el invierno. Nos han
asegurado que veremos mundo, y que conseguiremos en poco tiempo una
fortuna, del reparto del botín de los pueblos conquistados.
EI
entrenamiento de un soldado es muy duro, apenas si tienes tiempo para
nada: guardias, marchas, hacer calzadas, ejercicios de lucha, trabajos
de todo tipo..., pero al menos, la comida es muy buena.

Ajuar
de un guerrero
La
tribu íbera de los belos, según Roma, ha roto el pacto de no
fortalecer las murallas de su ciudad, por lo que Roma lo ha considerado
un acto de guerra y los ha atacado. Muchos guerreros belos se han
refugiado en la ciudad de Numancia.
Aquí
estamos nosotros, frente a Numancia, tropas íberas luchando junto a
los romanos, contra otros guerreros íberos; pero nosotros hemos dado
palabra a los romanos de apoyarles, y la palabra es sagrada, además,
si conquistamos Numancia conseguiremos un buen botín, que al fin y al
cabo es para lo que hemos venido.
Numancia
se resiste, sus guerreros nos han hecho frente en formación de
triángulo, pero nosotros tenemos 23 elefantes, sonunas bestias
enormes que al verlas los numantinos han corrido a refugiarse en su
ciudad.
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Nuestro
general ha decidido atacar y cuando estábamos a punto de asaltar la
ciudad, han dado con una piedra en la cabeza de un elefante, y éste
enfurecido se ha vuelto contra nuestras propias tropas, desbaratando
todo nuestro ataque y matando a muchos soldados romanos y a los
auxiliares íberos, entre ellos a mi amigo Aber: Ha sido un auténtico
desastre, pues los numantinos han aprovechado el desconcierto saliendo
de su ciudad y matando a cuantos encontraban a su paso. Después de
este descalabro nuestro general ha decidido sitiar la ciudad de
Numancia, nos hemos atrincherado y hecho empalizadas esperando rendir
la ciudad por falta de víveres, pues el invierno está cerca.
Hace
un frío tremendo, tengo hambre y el sayo apenas si me calienta,
estamos cayendo uno tras otro. Las guardias para impedir que salgan
los numantinos son fatales; muchos de los centinelas aparecen por las
mañanas muertos del frío que hace, si no levantamos el sitio
moriremos todos.
De
Numancia ha salido una delegación para pedir la paz, y Roma ha
enviado a Marcelo para negociarla.
EI
senado romano ha aprobado la oferta de paz, pero algunos senadores han
llamado traidor a Marcelo porque muchos soldados romanos han muerto
para nada. Vuelvo a Kelatza tan pobre como salí, sin ningún botín,
con una herida en el brazo que me lo ha dejado medio inútil, cansado
de luchar, pero con una gran diferencia, salimos cinco kelatzaris y
vuelvo solo, triste, derrotado. Ya nada será igual en el clan.
Kelatza está un poco más sola sin nosotros.
Cuánto
os echo de menos.
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©
Vicent Navarro |