La
nobleza ibérica es la casta gobernante, y entre los guerreros, forma una
élite caballeresca en honor a la Diosa Epona.
Parte
de esta élite caballeresca forma grupos de sociedades guerreras
semisecretas consagradas a un tótem animal.
En
Kelatza, Aber, Tagis, Ses y Sesin, hace 10 años ingresaron en la sociedad
del lobo, que es su tótem. La gente sabe qué guerreros pueden pertenecer
a una sociedad, porque llevan grabado el tótem en sus escudos,
pectorales, cascos o monturas animales, pero también hay caballeros
individuales que llevan un tótem, por gusto, por herencia de armas o por
agradecimiento a favores. Balar no pertenece a la sociedad del lobo,
aunque su tótem esté en todo su armamento, lo heredó de su padre y lo
porta con orgullo.
Un
lobo macho solitario, últimamente ha matado a muchas ovejas por puro
placer, el tótem de la sociedad del lobo, está en entredicho en la
población de Kelatza, y la sociedad tiene que hacer algo.
Balar
tiene entre su clientela a varios pastores, que le piden protección y
ayuda.
La
reunión de Ia sociedad del lobo, se ha hecho en una cueva secreta en
medio del monte y después de tormentosas discusiones, Aber, Tagic, Ses y
Sesin, son los encargados de capturar vivo al lobo y darle una muerte
ritual en el altar a su tótem. De este modo pagarán los favores a la
sociedad del lobo por los 10 años que hace de su ingreso.
Balar
ha dormido en el monte con sus pastores. Una tibia luz, va ganando paso a
la oscuridad, amanece. Tapado con su sayo, abre los ojos y mira en
derredor, el fuego está ya encendido, los pastores están haciendo pan de
harina de bellotas y unas migas de harina de cebada. Los pastores son
gente libre, no son criados, ni esclavos. Éstos tienen lazos económicos
con Balar, forman parte de su clientela y le consideran como su jefe
natural, harán lo que les ordene.
Balar
se sienta alrededor del fuego, come unas pocas migas. Su padre fue jefe en
la sociedad del lobo. Debe dar muerte al lobo, como un acto de prestigio
ante la tribu y como homenaje a su padre.
En
el grupo de Aber, se han enterado de los planes de Balar, es algo que no
pueden consentir, quedarían en ridículo en su sociedad y tendrían que
abandonarla con deshonor si Balar diera muerte por su cuenta al lobo.
Balar
monta en su caballo, dos
pastores le siguen andando buscando información sobre el lobo, después
de varios días, en un poblado perteneciente a los edetanos, encuentran
los datos que buscaban. La información no es halagüeña. El lobo es un
gran macho solitario, viejo y astuto, y se encuentra resabiado de sus
muchas peleas, espera su oportunidad para atacar, y en el poblado había
matado a un muchacho, y herido a varios guerreros que habían ido a darle
muerte, no era animal fácil de cazar y la cosa podía ponerse fea y
resultar alguien herido.
Aber
y los demás afilan sus armas engacelan los caballos, y comida y mantas
para varios días, pintan su cara con ceniza y se ponen sus sayos, salen
de noche de Kelatza para no ser vistos, y ponen rumbo hacia el último
sitio donde ha sido detectada la presencia del lobo.
Aber
y su grupo están cansados, el caballo de Sesin cojea y tiene que ir
andando. Han decidido que deben abandonar. Ses está enfermo y tiene
fiebre, así que sólo quedan Aber y Tagis.
Tagis
ha bajado a por agua al riachuelo, está llenando su odre, de pronto
siente como algo se lanza contra su espalda y grita pidiendo ayuda a Aber.
El lobo le muerde en el hombro y el brazo.
Aber le lanza su dardo y corre dando fuertes
gritos. El lobo huye, pero Tagis ha quedado muy malherido. Aber enciende un
fuego y cura las heridas de su compañero. Tagis insiste en seguir la caza,
pero Aber le exige que vaya a Kelatza, pues no está a más de dos horas y
en su estado es mejor que esté en reposo para que curen sus heridas. Tagis
insiste en lo peligroso de ir uno solo contra el lobo, pero al fin, Aber
ayuda a montar en el caballo a Tagis, y éste se marcha lanzando improperios
y advertencias a Aber.
Balar y sus compañeros se han enterado de lo
ocurrido, y el grupo de Aber sigue con su plan, han decidido no ir a buscar
al lobo sino que éste se acerque a ellos y puedan tenderle una trampa.
Aber sigue tras las huellas del lobo, oye hablar
a dos pastores y se acerca a preguntarles por si han visto algo. Parecen
descuidados, sus ovejas están solas en el monte mientras ellos están
tranquilamente al lado del fuego. Aber les advierte de lo peligroso de su
actitud, pero éstos no le hacen caso y Aber sigue su camino.
Las ovejas pastan tranquilamente en la ladera de
la montaña cuando el lobo de repente ataca y las ovejas empiezan a correr
ladera abajo, buscando refugio en una estrecha garganta en el vallejo, pero
al otro lado, altas paredes les impiden la salida. El lobo las persigue y
Aber, que ha visto lo ocurrido, corre tras él. Al otro lado de la garganta
se encuentran las ovejas, el lobo y Aber. Las ovejas en una esquina se
apretujan espantadas, y el lobo ataca a Aber. El caballo espantado tira a
Aber al suelo, éste se pone de pie en un salto empuñando su falcata, y
cuando el lobo va a lanzarse contra Aber, una red cae sobre él impidiéndole
todo movimiento. Balar y sus dos compañeros pastores aparecen, la trampa ha
surtido efecto. Aber se da cuenta de que todo era una trampa preparada por
Balar, por lo que deciden llevar al lobo ante el tótem de la sociedad y
darle muerte en el sacrificio ritual.
Por casualidad del destino, todos han conseguido
su objetivo: unos, prestigio en su sociedad, y otros, ante la tribu.
Kelatza entera celebra durante varios días de
fiesta el acontecimiento.
Texto: Vicent Navarro.