Patrimonio de la Humanidad
La UNESCO
decidió, el pasado mes de diciembre de 1998, incluir en el patrimonio de la Humanidad
numerosos yacimientos arqueológicos de pinturas rupestres enmarcadas dentro del arte
levantino, entre los que se encuentran doce abrigos y más de ciento setenta figuras de
diversa temática narrativa, en el término de Villar del Humo.
Las razones que
hayan podido influir en ese Organismo Internacional para tomar esa decisión, pueden haber
sido: sobre todo, su aspecto cultural; tam- bién la singular belleza del espacio natural
en el que se encuentran las cavernas, y por último tratar de impulsar la pobre economía
y frenar la galopante despoblación de las zonas declaradas. Sólo esta población
conquense ha perdido en los últimos treinta años dos tercios de sus gentes debido
principalmente a la emigración.
Los beneficios
que pueden suponer para la zona la referida declaración son potencialmente muy
considerables, tanto en los campos económico y social, como en el publicitario;
circunstancias que deben aprovecharse para llegar a conseguir un desarrollo sostenible en
el área. Ahora bien, todo ello debe ser apoyado con la creación de unas infraestructuras
necesarias para satisfacer las diferentes necesidades que origina el desplazamiento y
alojamiento de las personas. No se trataría tampoco de sembrar de asfalto los accesos,
pero sí de mejorarlos sensiblemente. No sería necesaria la puesta en marcha de complejos
hoteleros pero si la dotación de hábitats que acogieran y dieran cobertura a las
necesidades de aquellos visitantes que fueran llegando. Favorecería a todo ello, un
centro de información en el triángulo de la zona: Peña del Escrito, Marmalo y Selva
Pascuala; dotándolo con ampliar reproducciones de las pinturas acompañadas de textos
explicativos. No habría que olvidar la rica flora y fauna de su entorno exponiendo
material fotográfico y textos informativos de las mismas.
Pero si a todo lo
anteriormente mencionado colaboramos Administraciones Públicas (central, autonómicas,
provincial y local), entidades privadas, asociaciones e iniciativa de particulares,
podríamos provocar la atención y atraer a este Turismo Cultural, cada día más en alza,
el cual podría ayudarnos a sacar a la zona de su depresión y semiabandono.
Sería justo que
los del lugar deberían ser los primeros en obtener los be- neficios deseados, pero
también tenemos la obligación, al menos moral, de vigilar y conservar el buen estado de
ese rico patrimonio histórico-artístico y natural, ahora declarado Patrimonio Mundial.
C. RUIZ NAVARRO.